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Crónica: Todos juegan para River, menos River


Otra vez la mesa servida para que River diera el paso necesario para alejarse de la Promoción, con los empates de Olimpo y Tigre en la previa. Y otra chance más a la basura, víctima de la incapacidad propia de este equipo que generó poco y nada para llevarse el partido, con un sistema táctico diseñado para no producir nada en ataque, tal cual se plasmó en el partido. Llegó a encontrarse en ventaja, al llevarse por delante el gol de Ferrari, un zapatazo sorpresivo, pero el empate no tardó en llegar y otra vez la misma tónica apática que se extendió hasta el final, sin respuesta alguna.
En los 90 minutos de juego, River apenas contó con alguna situación de riesgo para incomodar a Estudiantes. Alguna llegada de Lamela y tiros sin carga de peligro desde lejos de Caruso, Arano, el propio Lamela. Nunca hubo conexión, acorde a lo que presentó con su formación inicial. Lanzini y Lamela como conductores, cuando pudieron, nunca encontraron en quien descargar, porque nunca hubo gente en ataque, salvo por Caruso, quien también se movió por afuera del área. Terminaron perdiendo la pelota en gambetas inefectivas por no tener opción de pase o por querer encarar contra el mundo.
Estudiantes llegaba en uno de sus momentos más livianos, sin pelar por nada ni un estado de gracia como en los últimos tiempos. No jugó Verón, tampoco la Gata Fernández o Rodrigo López, y Enzo Pérez lo hizo a media máquina -salió a los 15 del segundo tiempo-. Sin embargo, el propio River lo animó a prenderse en el partido, al llevar el desarrollo a la fricción, batalla, choque, ese territorio que tan bien le sienta. Sin ser demasiado más que River, tuvieron dos chances claras en la primera parte para ocasionarle trabajo a Carrizo.
En la segunda parte, siguió el mismo bajo vuelo que predominó en el partido, pero River se encontró con el golazo de Ferrari, en un nuevo tiro desde afuera del área. Un zurdazo impresionante que perforó el arco de Orión. Al equipo de JJ López le cayó del cielo la ventaja. Pero duró un suspiro, porque Sarulyte marcó la igualdad cinco minutos más tarde.
Jota Jota metió a Funes Mori por Lanzini -muy bajo nivel- y el Mellizo volvió a hacer todo al revés, restando en lugar de sumar. De Pavone no hubo noticias, hasta que, faltando cinco minutos, entró por Lamela. Quedaron Caruso, Funes Mori y Pavone, sin ningún conductor que les alcanzara la pelota, con Arano, Almeyda y Ferrari en el mediocampo. Un manotazo de ahogado más de un equipo sin rumbo ni respuestas.
Si bien el empate todavía no lo desacomoda del todo, River desprecia los favores que le aparecen en el camino. Todos les dan una mano, pero River no se da una mano a sí mismo. La espera sigue hasta el final, pero no se aguanta más.