El empate ante Olimpo no entraba en los planes de muchos, puesto que era una final y River precisaba de un triunfo para pasar a Olimpo en la Promoción. A esta altura, era ir a ganar, se suponía. Sin embargo, después del desarrollo del partido con Olimpo como dominador y dueño de varias situaciones para quedarse de manera sobrada el encuentro, queda claro que el punto en Bahía Blanca fue un premio dorado para un equipo mezquino que jugó como si no necesitara de los tres puntos. Los palos y Carrizo terminaron impidiendo que Olimpo empujara por el barranco de los promedios a este River que mostró pocas intenciones de ir por el triunfo.
River apenas tuvo chances de ganar esta gran final que se presentaba ante Olimpo y si realmente se propuso ganar este encuentro, lo camufló demasiado bien. El equipo nunca hizo pie en el arenoso terreno de juego del Carminatti -la mala condición era para los dos, y Olimpo sí pateó al arco-, rara vez pudo engranar un par de pases y solamente tuvo ocasiones de llegarle a Tombolini en alguna arremetida del solitario Lamela, una vez más el mejor de River, acompañado por Carrizo y González Pírez, pero sin un solo socio que le siga el juego en el desequilibrio. De inicio a fin, fue superado por el anfitrión y no demostró la fuerza que se suponía le pondría a un partido decisivo como éste.
Olimpo, sin desplegar una actuación para el recuerdo, dispuso de las mejores chances para ganar en su casa. No necesitó demasiado, le bastó con acertar en los pases para complicar siempre a un mediocampo tibio y errático. Almeyda, que terminó saliendo por una contractura, no pudo imponerse y Acevedo, además de flojear en la marca, no entregó una sola pelota bien. Los dos costados, con Ferrari y Juan Manuel Díaz, hicieron agua con Galván y Castillón. El manejo del circuito pasó por Cobo, Aguirre y Rolle, sin que River pudiera hacerse cargo nunca de la pelota.
Dos veces los palos y un par de veces Carrizo le negaron el gol a un Olimpo mucho más filoso y decidido para quedarse el triunfo. Los hinchas, por primera vez en lo que va del campeonato, se cansaron de esta actitud apagada para ir arriba e insultaron a los jugadores, una clara muestra del termómetro de la situación. Si bien tanto los jugadores como el cuerpo técnico dijeron que vinieron a buscar la victoria, el empate pareció quedar cómodo, especialmente porque Jota Jota solamente hizo un cambio durante los 90 minutos y fue por lesión (Almeyda por Cirigliano). Eso reforzó la idea de que pareció que lo hecho alcanzaba.
River no se fue derrotado porque Carrizo le hizo frente a las críticas y mostró una cabeza fría después de todo el torbellino de la semana y la salida de Fillol. No lo ganó porque no pareció proponérselo en ningún momento, más allá de alguna generación de Lamela o atropellada de Pavone. El punto terminó siendo hasta, tal vez, excesivo y el equipo estuvo cerca de quedarse sin nada en un partido que se presentaba como uno de los más importantes de la historia de River. Se sigue en Promoción y ya no depende exclusivamente del propio River salir de esto.



