La tarde del Nuevo gasómetro evidenció otra vez los fantasmas del mal funcionamiento colectivo de River y las pocas ideas de juego. Todavía el campeonato y la adaptación a esta divisional le queda incómoda y le cuesta mucho soltarse.
Lo poco bueno de ataque en River se vio con remates de afuera o aproximaciones aisladas. Nunca pudo estar cara a cara con De Giorgis. Las más claras fueron de Fúnes Mori, que estuvo movedizo pero sin puntería, y una de Ocampos en el area que definió cruzado y desviado. Sánchez hizo un buen segundo tiempo por derecha pero no encontró compañía en el area. Cavenaghi anduvo impreciso, en una posición más retrasada que lo habitual y el chori Domínguez nunca pudo soltarse. La defensa estuvo dentro de todo firme y sin demasiados sobresaltos.
Y además hoy Almeyda demoró en los cambios para tratar de dar vuelta una historia que venía complicada desde un inicio. Recién a los 25 minutos del segundo tiempo aparecieron las primeras variantes y el equipo no tuvo tiempo para adaptarse a una nueva idea para romper el molde. Las alternativas parecieron bastante confusas. El DT sacó a sus dos delanteros referencia de area y apostó a la velocidad de Bou y Villalva para desnivelar, pero el equipo terminó tirando centros sin sentido. Aguirre ingresó sobre el final cuando el partido se moría, cuando quizás con más minutos podía tener una mejor influencia.
Por su parte, Ferro hizo su trabajo a la perfección. Primero se cerró bien atrás y no le dejó espacios a River y después trato de atacar por afuera aprovechando los espacios. Tuvo dos chances muy claras en el segundo tiempo para ganar el partido. La primera de Pereyra Díaz que tapa enormemente Chichizola (la figura del equipo) y la segunda un centro atrás que Maidana salva en la línea.
River sigue invicto pero muestra muchos altibajos. Se vienen dos partidos en tan solo 5 días para mejorar los errores mostrados y tratar de volver al nivel mostrado ante Gimnasia de La Plata.
El empate suma poco. Sirve para seguir arriba, pero nada más que eso.
